Félix Francisco Casanova

Félix Francisco Casanova

lunes, 7 de febrero de 2011


FÉLIX CASANOVA Y EL EXTRAÑO ARTE DE SUFRIR

Por Camilo Marroquín

Tan sólo 19 años fueron suficientes para que Félix Francisco Casanova dejara una obra intensa, original y extraña, plasmada de una asombrosa madurez en el campo de la poesía y la novela, llegando a ser considerado, en la actualidad, el Rimbaud o el Lautréamont español.
Nació en Santa Cruz de La Palma el 28 de Septiembre del año 1956, fue hijo del médico y poeta Félix Casanova de Ayala. Muy pronto llegó a la isla de Tenerife, donde se dedicaba a devorar compulsivamente sus muy selectas lecturas (Rimbaud, Pessoa, Whitman, Breton, Eluard, Aragon, Joyce, Camus, Hesse...) y, sobre todo, a escuchar música, su auténtica pasión. Tal es así que no tardó en fundar un grupo de rock alternativo, Hovno (mierda en checo), bastante adelantado a su contexto (las Islas Canarias del tardofranquismo). Félix Francisco Casanova estudiaba el tercer curso de Filología Hispánica en la Universidad de La Laguna cuando falleció. Su muerte se debió a un escape de gas mientras se bañaba en su apartamento.
Para hablar de Félix Francisco-decía su padre- he de referirme a la persona marcada por el genio de la poesía. Desde temprana edad-ya a los siete u ocho años-solía sorprenderme con frases insólitas que yo me preguntaba dónde podría haber leído. Eran giros sueltos, casi surrealistas y esotéricos, cuyas fuentes me era imposible inquirir en ninguno de los libros de mi biblioteca que pudiera haber caído en sus manos. Él no sabía contestarme, pero me decía que había leído mis libros de poesía. Sin embargo, en mi poesía no estaban aquellas claves.
A Los diecisiete años obtuvo con EL invernadero (1973) el principal premio de poesía de Canarias, el Julio Tovar. A los dieciocho años ganó el Pérez Armas de novela con El don de Vorace (1974). A los diecinueve, un mes antes de su muerte, obtuvo otro premio, otorgado por el periódico La Tarde al poemario Una maleta llena de hojas, que constituye la segunda parte de La memoria olvidada (póstumo, 1980), una de sus más notables aportaciones en el campo de la poesía. Otros poemarios de Félix Francisco Casanova son: Espacio de hipnosis (1971), El sumidero (1972), Nueve suites y una antisuite (1972), Invalido las reglas (1973) y Ocioso en los amaneceres (1973). Con parte de este material su padre confeccionó tres títulos: Cuello de botella (póstumo, 1976), Estampido del gato acorralado (póstumo, 1979) y Los botones de la piel (póstumo, 1986). Una buena parte de los versos de Félix Francisco Casanova está recogido en el volumen La memoria olvidada. Poesía, 1973-1976, publicado por la editorial Hiperión en 1990. Félix Francisco Casanova es también autor de un interesante diario, Yo hubiera o hubiese amado, escrito a lo largo del año 1974 y publicado en 1983.

YO SOY MI PROPIO ABUELO
 VIENDO A MI INFANCIA JUGAR


Desde el día en que descubrí a Félix Francisco Casanova por simple casualidad, ya hace algún tiempo, no ha dejado de inquietarme la vida y obra de este joven poeta, quién ha llegado a despertar cierta admiración de parte mía, y debido a su olvidado o poco conocido trabajo literario, he decido abrir esta pagina para su difusión y así recordar, compartir y recuperar la obra de este interesante y original escritor, y no permitir que sea simplemente una memoria olvidada.

SU POESÍA

Leer a Casanova es encontrarse frente a un universo lleno de maravillosas imágenes, productos del sueño, pues como escribío en su diario: Ahora pienso que el sueño es lo maravilloso. Durante varias horas duermo junto a papel y lápiz. Estos poemas los he hecho sobre las 2-3-4 de la madrugada, entre dormido y despierto. Sueño mucho, son sueños hermosos (fragmento del diario “Yo hubiera o hubiese amado”. (1974). Podría  relacionar de lo dicho por Félix en su diario con la afirmación de Van Jakob en su teoría del sueño, estas bellas palabras que fundaron las bases de la poesía surrealista “El sueño no es más que poesía involuntaria”. Así Félix, como los surrealistas (Breton, Éluard, Aragon, Péret, Tzara, a quienes releía con frecuencia) construye su poesía a raíz de lo soñado e imaginado, empleando técnicas como la escritura automática, muy evidente en el extenso poema de Casanova llamado Átomo Criptón y en el resto de su obra.
Además, en Félix como en Rimbaud, hay un rechazo de la realidad y un anhelo de encontrar la otra vida, la verdadera, pues como dijo Rimbaud en su temporada en el infierno “la verdadera vida está ausente” de forma similar escribe Félix: nada vale una vida/ excepto otra vida, y escribe después en Síndrome N 1: siempre tengo nostalgia/ de lo que no he vivido. Por eso espera en las noches aquel autobús que lo llevará a lo desconocido, al más allá, porque tiene miedo de las calles, de la ciudad y ruega: A quien está a mi lado/ le exigo, por ejemplo, que no me destruya,  porque: extraño es el arte/ de sufrir: se cultiva/ en selvas y ciudades,/ el semen negro y espeso/ de una cicatriz de nieve (Bocadillo de pájaros). Aunque a veces, con su estilo de rockero rebelde,  a la mejor manera de un Rimbaud  y el humor de un Lautréamont, se burla de su ciudad y en su poema Graffiti escribe: el papel higiénico/ es el autentico/ diario íntimo/ de la ciudad.
El humor, la soledad y el amor son temas que están en toda su obra, son evidentes los sentimientos de ausencia y abandono en sus poemas, encontrarse sólo en una calle sin tener con quién caminar…A VECES, CUANDO LA NOCHE ME APRISIONA/ suelo sentarme frente a una cabina/telefónica, y el poeta, acaricia el teléfono y le susurra sin usar monedas, pues, escribe en otro poema: ESTA NOCHE DESEO SER/ absolutamente sensible. Pero a pesar de su soledad, Félix Francisco encuentra en el amor su salvación, su fuerza y le pide a su enamorada: pero ahora son tus pies/ quienes dan mis pasos/ ¡así que no te equivoques/ pues me caería! Félix Francisco buscaba todos los medios posibles para poder salvarse, intentó con el amor, la poesía, la amistad y la música, y lo logró.

ERES UN BUEN MOMENTO PARA MORIRME
 

Un adolescente aburrido/ es, ciertamente, un paisaje/ muy triste. Como he dicho antes, Félix era un poeta muy enamorado de la juventud, de la música y de la muerte. Él moría en la música y la música era él, se aniquilaba en todo momento para poder escribir y así poder darse un minuto de vida más, jugaba con las palabras para vencer el tiempo, jugaba y cantaba. Conoció su destino, su fatal destino, lo aceptó, no sin antes decirle: Yo soy tu destino…/espero que nos crucemos/ al doblar una vida/ y del susto me mates/ por última vez.

EL ANGELOTE MALDITO

Ángel o demonio, Félix nació con un gran don, el de la poesía, tan difícil de poseer y tan difícil de dominar.  Escribió y leyó mucho, siempre lo hacía, para agotar cada instante de belleza que la vida nos obsequia, y morir como un pájaro herido de sueño en mitad de la noche.

 Querido lector, he hecho lo posible por dar un breve retrato de este admirable poeta y su extraña poesía, lastimosamente ha sido imposible conseguir su novela y conocer toda su genialidad, admirable de una persona de sólo 19 años que quiso transformar la vida en poesía y la poesía en un eterno sueño. Alguna vez dijo nuestro poeta colombiano, José Manuel Arango “tal vez un poeta sea alguien que por alguna razón no supera del todo la adolescencia”. Félix Francisco no la superó y jamás la habría superado, porque gracias a ella, nos ha dejado una obra fresca e interesante, una poesía hecha por la mirada de un joven poeta enamorado de los misterios de la vida y de la muerte…

Hay que recordarlo, pues tiene algo que decirnos.



PROVERBIO YANKEE
Las fotografías
de hermosos jóvenes muertos
en traje de baño
son casi siempre
el más perfecto
de los recuerdos.
                         (17-4-75)